haciaelasia

He aquí, el lugar para contar nuestra aventura de viaje por Asia...

Wednesday, December 27, 2006

Revueltos por Katmandu

Antes de subir al avión rumbo katmandú, se nos revolvió el viaje en el aeropuerto de Bangkok. Ahí nos dimos cuenta que la tarjeta con el dinero para los próximos 3 meses y medio de viaje estaba extraviada. Tras urgentes y desesperados llamados a España para cancelarla, comenzábamos a pensar en la mejor idea, la más rápida y menos costosa. Suerte que conocimos a una chilena que trabaja en Katmandú. Ella, aparte de darnos una vision de este pais, nos facilitó la cuenta de un amigo suyo, nepali; para que transfirieran nuestro dinero al pais de los himalayas, los gurkas, la leyenda de yeti y el queso de yak.

Mirado desde arriba, Nepal es un pais revuelto de nubes entre montañas. El aeropuerto añoso está bien preparado y expedito para visitantes nuevos. El visado se obtiene en el tiempo que demore la fila, mientras sientes el olor a incienso y jengibre del ambiente. En el mismo aeropuerto consigues un taxi con tarifa fija a Thamel, el barrio de guest house, vendedores ambulantes y tiendas para bolsillos con divisas extranjeras cambiadas a rupias nepalíes, (hasta en el nombre de la moneda de cambio se siente cerca la India). El taxi incluyo un copiloto conversador y amable, un verdadero guía de bienvenida que nos dió las primeras pistas de un Katmandu revuelto. Cierta estética de mezcla que admite la convivencia de castas, religiones, culturas, supersticiones; simples turistas mapas en mano o aventureros extremos encajados en North Face. Las cortinas de los negocios de la concurrida Thamel estaban bajas. Un par de neumáticos ardían en una esquina próxima, piquetes de jovenes enarbolaban sus banderas rojas maoistas y graznaban sus consignas politicas en coro y lengua nepalí.

Hay otros seres que graznan revoloteando Katmandu: cuervos, como otros rapiñeros que se entienden merodeando el sagrado rio Bagmati. Justamente, los cuervos nos despertaron, anidaban en un bosquecillo junto a nuestra habitación , así que tuvimos que familiarizarnos con ellos, porque es el sonido de fondo de Nepal, graznidos y bocinas de coches entre el rumor de la muchedumbre en las calles frenéticas.


Era lunes y habia "banda, que en nepali significa "cerrado"; y es como llaman a la manifestacion coercitiva de los maoistas, que obligan a mantener cerrado el comercio en ciertas calles de barrios, donde tampoco permiten la entrada de automoviles, motos, o personas montadas en bicicleta. La paz revuelta como el intrépido tráfico de Katmandú, de motores y también del otro, que se acercan a ofrecernos y que ignoramos a pesar de nuestros pelos que llaman la atención...porque todo es signo; pulseras, peinados, barbas, ropajes, collares...las personas se cuelgan sus creencias y las lucen, nada es porque sí, nada es por verse bien ante un espejo que no sea divino.


Visitamos la casa de la Kumari. Una diosa viva, elegida entre las niñas de una casta especial, que es venerada hasta que menstrua y es elegida su sucesora. Tuvimos suerte que se asomara por un segundo literal a un balcón para dejarse ver...pero están prohibidas las fotos, y el segundo que puedes verla se transforma en un santiamén cuando al asomarse ella, y bajar la vista tú en señal de respeto, ella decide entrar a su casa cautiverio, para continuar con sus juegos. Afuera, frente a la casa, hay gente que se para y hace señas con las manos; ora, se encomienda, se persigna ...creen en esa niña furtiva que maquillan como diosa.

Paseamos por katmandú centro. Entrar, comenzar a entrar ahí, es encontrarse de golpe con toda la noción acumulada que se tiene de esta parte de oriente: sitúate en medio de una diáspora, poliforme pero unísona; idólatras, mendicidad, culto, rostros, cientos de rostros en actitud purgatoria. Era martes, y junto con los sábados, son los días cuando sacrifican animales en honor a Siva, una de las deidades de la trinidad hindú, y sus cabezas se entregan como ofrenda. Asi fue como comprendimos un toro decapitado en plena calle. Dejan correr su sangre para que caigan bendiciones sobre todas sus vidas.

Almas profanas, almas serviles, almas revueltas, desconcertantes. Katmandú fue tambien la ciudad de las estupas, emplanadas donde se rinde culto a buda, quien mira desde lo alto de cada una de ellas. Tuvimos la oportunidad de fotografiar a pequeños monjes ensimismados en sus tareas. No entendemos donde comienza una religion y termina otra, un olimpo revuelto.

En Swoyanbhunath, mas conocido como el monkey temple, los ritos se hacen entremedio de monos y lejos del bullicio tormentoso de la ciudad. Katmandú terminaba en Pashupatinat, un templo donde sólo pueden entrar sus fieles. Entonces, observamos desde los gaths una ceremonia de incineración de sus muertos; sin solemnidades, entienden de otra manera la desaparición del cuerpo. Pobres corazones los nuestros, atormentados por la única vida que tenemos... Privilegiadas invitadas son las moscas, que posan sus livianos cuerpos en cuerpos humanos, restos arrojados al sol de mediodia despues de las oraciones...

Saturday, December 16, 2006

A este Laos
















A este Laos entramos por Nong Khai (norte de Tailandia). Viajamos toda una noche, y aproximadamente a treinta minutos del cruce fronterizo nos bajamos en Viantiane, la ciudad capital de este país en el que aún flamean banderas comunistas con guiños setenteros de película de guerra de la época del glorioso vietcom. Entre calles de tierra encaminadas hacia la modernidad del asfalto, bulliciosa y polvorienta como cualquier gran ciudad capital de ese lejano occidente; pero pequeña y amable como ninguna, Viantiane más parece algún pueblecito perdido en alguna zona rural, de Chile por ejemplo.

En esta ciudad que se recorre en dos días nos tuvimos que quedar casi cinco, todo un fin de semana atrapados, esperando alguna respuesta de pasaje aéreo a Calcuta, Delhi o Katmandu. La culpa es de nosotros y de Myanmar (Ex Birmania) que mantiene cerrada sus fronteras terrestres; entonces, es imposible acceder a India por tierra como lo habíamos planeado. Con todo esto, decidimos borrar a Myanmar de nuestra ruta... malditas dictaduras!!

Suerte que con Viantiane llegaron los primeros amigos del viaje: Pili y Frade, españoles de las buenas cepas, y con ellos nos hicimos adictos a los shake de coconut o watermelon y a la Laos- beer. La segunda tarde alquilamos unas bicis y recorrimos la ciudad, y luego por la orilla del mekong llegamos a barrios periféricos donde habitan familias que viven de la pesca, la recolección y del pequeño comercio; y que conviven con sus animales, y celebran su pobreza encendiendo inciensos y dejando ofrendas florales y alimentos que escasean, al bueno y omnipresente Buda, que les cuida esa actitud que los hace parecer más felices que nuestras felicidades dependientes de lo material; frívolas y ciegas. Al dia siguiente, continuamos en dos ruedas y nos inventamos una espléndida tarde de piscina. Fue extraño vernos en una piscina laosina, éramos los unicos turistas, éramos nosotros los observados.
Para el cuarto día fue necesaria una moto porque nos alejamos 25 km de la ciudad por un camino lleno de saltos, que multiplicó las emociones. Visitamos el Buda Park, cuyo gran atractvo son las numerosas rtepresentaciones de Buda y dioses hindúes con los que nos fotografiamos.
El lunes continuamos el viaje juntos hacia Vang Vieng. Arriba de una micro destartalada, entre sacos de arroz, bolsas de naranjas y cilantro, y más sacos y cajas entre la gente de pueblo que vive perdida entre cerros y que usan teléfonos móviles y están al dia en las marcas de moda que piratean para usar y vender en sus puestos callejeros. Fue un trayecto de película que terminó en un par de cabañas con vista al rio. Vang Vieng también se recorre en dos dias: inmensas cuevas, bajadas de río, exquisitos panqueques de banana, coco, miel y más...sitios donde el día pasa casi sin notarlo, sitios peligrosos porque puedes terminar venerando el ocio y quedarte semanas, inmóvil, sin darte cuenta. Ensimismados en días cansados de largas caminatas y río; y noches en que se pueden contar las estrellas que caen antes de dormir.

(Por estos dias nos enteramos de la muerte de Pinochet. Respiramos aliviados porque ya no respira. A ver si tambien desaparece su entelequia de ese Chile que festeja y no festeja, siempre a medias).

Pero tuvimos que interrumpir todo, cuando aprendimos a saludar y a decir gracias en laosino, cuando la ruta nos llevaba a Luang Prabang, destino final de nuestra vuelta por Laos...tuvimos que dar media vuelta para asegurar nuestro arribo a Nepal, desde este sureste asiatico tan complicado de avanzar. Cierta sensación de rabia se instaló en nosotros, por algunas decisiones erradas, que luego alteran la continuidad del estado de viaje. Es imposible abstraerse del mundo del que venimos, y no rabiar por el tiempo y el dinero que hemos perdido...esto es así, perdiendo se aprende. Tuvimos que volver a Vientiane, para volver a Bangkok, para volar a Nepal, proxima parada: Katmandu...todo lo anterior parece preliminar, como que el viaje que realmente vinimos a encontrar, recien comienza...

Tuesday, December 05, 2006

Kho Chang









Mochilas al hombro otra vez. Arriba de un autobus otra vez: estas imágenes son ineludibles en todo este tiempo. Subir y bajar autobuses, armar y desarmar mochilas, ir y venir...Un sol poniente nos daba la bienvenida a la isla de Kho Chang, que no es más que un punto en el mapa al sur este de Bangkok, en el golfo de tailandia . Para llegar ahí cruzamos en ferry, y luego nos trasladaron en taxis-camionetas a Lonely Beach, donde nos alojamos en un sitio cercano al paraiso, con nombre de paraiso y resort al alcance de bolsillos patiperros chilenos: el Paradise Cottage Resort . Ahi encontramos todo lo que fuimos a buscar, good food, good music, ambient relax, nice people, yeah yeah!...aunque mal lugar para enfermarnos del estómago el primer dia, a causa de la comida thai y el exceso de cerveza chang. Nos repusimos medicándonos tardes de hamaca y paisajes selváticos con mar de lectura y divagaciones vagas. Parecíamos los budas echados que admiramos anteriormente en bangkok.
Pero Khao Chang no comienza ni termina en paradise cottage, ni menos en lonely beach. Montados en moto nos fuimos en busca de playas con arena y aguas de postal adornadas con palmeras. Estaban muy cerca, queda claro que de un paraiso a otro hay solo un pedazo de cielo de por medio.
La última tarde fui invitado a jugar fútbol modalidad tailandesa: equipos con distinta cantidad de jugadores, cancha de dimensiones desproporcionadas, tanto que en los laterales la pelota practicamente no salía. Hablando en buen chileno "todo es cancha". Quedé con la nostálgica sensación de haber vuelto a jugar un partido de barrio como cuando era niño, que terminaban porque la noche no dejaba ver el balón. Dejé al turista en casa para concentrarme 100% en el futbolista que llevo dentro, y aunque jugaban en idioma tailandes me entendieron cuando espontáneamente alguna vez se me escapó un ¡¡tocala!!. El balance es más que positivo, 3 o 4 rechazos defensivos, un pase gol y un golazooo... hoy con dolor de músculos y un gran recuerdo.
Esta vez ha costado continuar el viaje, salir de aquella isla es realmente difícil. Intentamos mirar el mar en todo momento, fue nuestra manera de despedirnos de aquella gente y aquella isla encantadora, dejamos nuestros ojos enganchados como anzuelos en alguna última línea de brillo, allá donde se pierde el mar y nuestra mirada, para no tener que pensar en un adios tan largo, para de alguna manera quedarse con ese mar adentro de nuestros ojos.
Hoy por la noche rumbo Vientiane, Laos.

El peso de un niño


De las fotos que acompañan el texto anterior hay una e la que aparece un niño...(esta foto me quedó dando vueltas). 11,12,13 años?, con la mirada baja. El plano medio muestra que el niño sujeta en su mano izquierda unos billetes (de escaso valor); está sentado sobre la acera de una calle cualquiera de Siam Reap, Camboya. Está trabajando. Es uno de los tantos niños con los que nos hemos cruzado; venden postales, artesanias de cualquier índole o recolectan latas de cervezas , envases de vidrio o plastico, que generalmente vacían los turistas. Él, pesa a la gente, personas preocupadas por un kilo más o un kilo menos son sus potenciales clientes. Se pasea, báscula en mano, por las calles, y elige una, y se sienta, asi; con la mirada fija y contemplativa en el vacío de su pesa.