estado de viaje


Dias de terracota, rios madre, kamasutra esculpido, y extravagancias millonarias hechas por amor. Bishnupur nos vio pasar, Benarés nos vio pasar, Kajuraho nos vio pasar; pregúntenle a esas ciudades por nosotros; y a las otras, Darjeeling, Jaigoan, Siliguri, Kolkata. Ciudades que quedan atrás pero van con nosotros...Ellas pueden hablar, las hemos oído; algunas gritan, otras balbucean, pero todas dicen cosas, historias a nuestros oídos abiertos, a nuestros ojos. La India se nos va quedando como un tatuaje. El mono, la bicha, la vaca sagrada; el dios con cara de hombre barbudo y tetas, la diosa negra con tres ojos, todos los otros. Distinguimos entre una casta y otra, a un Brahaman de otro, a un intocable de otra epoca de un mendigo cualquiera, que duerme en hileras en las calles que huelen a orín y pal escupido. Nadie respeta los pasos de cebra, que literalmente estan pintados. Matrimonios concertados, facilmente reconocibles, evidentes desconocidos que se terminarán amando u odiando. Amigos que se pasean tomados de la mano, en un pais donde la homosexualidad es penada entre hombres no existe en la ley, ( y el lesbianismo ni se menciona). Todo habla, las familias, los clanes, las castas, los buscavidas cazabobos, los sadus, los vendedores de santería hindú como aquel de nombre hindi Pawan y de nombre español Pablo, que cuenta historias de su pueblo en el castellano nuestro. Habla el que habla y el que no habla, los míseros sin boca que intentan no volver a reencarnarse, no volver a vivir, eso es lo que dicen. Pregúntenle a la India disparatada, desenfrenada, desquiciante; tan lejana de lo que somos, y aqui tan cerca. A la que hemos penetrado desde Bengala, pasando por su centro norte, Uttar Pradesh, en dirección oeste, al Rajastán. El viaje es mutuo, nosotros por India y ella por nosotros.
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