Dargeeling...actos de exorcismos de pena y rabia
Escribo para exorcisar tristeza
pera que tenga sentido la mala suerte o el sinsentido.
Amo a los hombres que antaño viajaron sin cámaras, sin registro
y que se abandonaban a su experiencia interna, a la aventura del no retorno.
Borron y cuenta nueva en las fotografias,
a ver si tiene historia esta retina,
a ver si alguna vez la memoria se pasa en limpio.
La escritura quita la rabia,
el tandoori y un té en Darjeeling, la pena.
Total, extraviar fotos trae la consecuencia de andar aún más abrazados por las calles extranjeras. Acaso hay un acuerdo tácito entre nosotros: enamorarnos también en la pérdida, y dejar de hacernos la pregunta inicial, ¿por qué?
El aprendizaje trae despojo. La caminata sencilla, diurna o nocturna, cuestión de más o menos luces; en esta sensación de caida libre que hemos elegido. Este momento es para siempre.
La siguiente fotografía muestra un lugar que cambia en el sentido del viaje. Hay una sola luz en todo ese silencio: el cielo, que dura lo que dura la palabra sol. Todo es así de santiamesco. No de otra manera se cargan aún más nuestras mochilas, ya pesadas con tantas alegrías, que se pueden distinguir, si observan con cautela, en aquel esbozo de sonrisa que tenemos. Plano medio largo, el paisaje es el mismo, en el sentido del viaje. Realmente, las penas tambien pesan; pero se meten al fondo.
No hay como comprobar esta imagen, porque está dada a una velocidad diaria de segundo a segundo, diafragma abierto pa´ que encandile al ojo que mira.
Nos vemos bellos; y no hay vanidad en esta foto frente a frente (en esta sí que no hay vanidad). Es el misterio de los cuartos oscuros después de las tristezas, cierta brillantez lúcida en nuestros rostros. Captura de una imagen certera de la aventura y el aprendizaje.
pera que tenga sentido la mala suerte o el sinsentido.
Amo a los hombres que antaño viajaron sin cámaras, sin registro
y que se abandonaban a su experiencia interna, a la aventura del no retorno.
Borron y cuenta nueva en las fotografias,
a ver si tiene historia esta retina,
a ver si alguna vez la memoria se pasa en limpio.
La escritura quita la rabia,
el tandoori y un té en Darjeeling, la pena.
Total, extraviar fotos trae la consecuencia de andar aún más abrazados por las calles extranjeras. Acaso hay un acuerdo tácito entre nosotros: enamorarnos también en la pérdida, y dejar de hacernos la pregunta inicial, ¿por qué?
El aprendizaje trae despojo. La caminata sencilla, diurna o nocturna, cuestión de más o menos luces; en esta sensación de caida libre que hemos elegido. Este momento es para siempre.
La siguiente fotografía muestra un lugar que cambia en el sentido del viaje. Hay una sola luz en todo ese silencio: el cielo, que dura lo que dura la palabra sol. Todo es así de santiamesco. No de otra manera se cargan aún más nuestras mochilas, ya pesadas con tantas alegrías, que se pueden distinguir, si observan con cautela, en aquel esbozo de sonrisa que tenemos. Plano medio largo, el paisaje es el mismo, en el sentido del viaje. Realmente, las penas tambien pesan; pero se meten al fondo.
No hay como comprobar esta imagen, porque está dada a una velocidad diaria de segundo a segundo, diafragma abierto pa´ que encandile al ojo que mira.
Nos vemos bellos; y no hay vanidad en esta foto frente a frente (en esta sí que no hay vanidad). Es el misterio de los cuartos oscuros después de las tristezas, cierta brillantez lúcida en nuestros rostros. Captura de una imagen certera de la aventura y el aprendizaje.
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