rumbo abajo por arriba...
Volamos al sur via Indian Airlines. Mumbai - Kochi, ciudad dividida en zona de tierra firme y zona de islas. Centro del estado de Kerala.
El sur es otra India, que conecta más con lo que somos: seres del sur del mundo. El sur es paisajes rodeados de cocoteros, playas, frutas e iglesias que confirman la ascendencia portuguesa de esta zona. Entre los dioses hindúes, imágenes de la virgen Maria, el sagrado corazón de Jesús, o San Francisco Javier. Es la presencia cristiana en los altares de las casas y la ausencia de vacas por las calles, es lo primero que nos llama la atencion de este sur, de esta otra India, la de abajo.
En la orilla del mar se suceden redes de pesca china: antiguo sistema de pesca que detiene el tiempo en remotos siglos cuando se observa. Inmensas redes colocadas en un armatoste de madera que es controlado por 4 o 5 pescadores, que la sumergen primero y luego levantan, para apreciar la buena o mala pesca, la buena o mala suerte. Después, puedes elegir el pescado para que lo frían delante de tus ojos. Eso es lo turístico y lo caro. Lo turístico y barato es ir a comerlo a unas cocinas algunos metros mas lejos de la orilla del mar. Ahi te lo comes sin necesidad de señalarlo con el dedo antes de saborearlo.
Por la noche aplaudimos de pie una presentacion de Katakali; teatro tradicional indio, que representa pasajes de leyendas hindúes, y que se caracteriza por la gestualidad facial y corporal de los actores, sus sofisticados maquillajes y atuendos, y sus coreografias que parecen arte marcial... Maravilloso.
De Kochi a Varkala son 3 horas en un tren, que muestra por las ventanas, paisajes de mar abierto entre bosques interminables de palmeras. Varkala es un acantilado que desde su cumbre, puede apreciarse lo extensa que es la playa que lo baña. La cumbre del acantilado también es un paseo que repetimos 2 o más veces cada día: tiendas de artesania, ropa playera, restaurantes con tentaciones marinas en la carta, y a la vista.
Así, 3 dias puestos al sol a secarnos el mar, una y otra vez, desayunando frente a la panorámica del acantilado: monotonia obsesa de la ola contra la roca; una palmera suelta un coco, un yambé que suena para que lo oigas, y lo compres, folletos informativos de múltiples ofertas: clases de yoga, terapias ayurvédicas, masajes con aceites milagrosos; otros relaxes que conectan cuerpo y mente; exterior con interior; el alma, eso dicen.
El fin de este sur fue embarcarnos desde Allepey hasta Kottayan por serpenteantes aguas entre los alucinantes parajes de los backwater: remansos o brazos de mar por los que puedes ver hombres que pescan sus almuerzos en las puertas de sus casas, otros que van o vienen en canoa, quizás de la compra de la semana o la recoleccion de otros víveres; lujosas casas flotantes para turistas, mujeres que lavan ropas, niños que juegan entre nenúfares revoloteados por exóticas aves o insectos... como quien se sube a un bus interurbano y recorre pueblos, durante 3 horas, fuimos por calles de aguas, canales con paradas en pequeños muelles, donde pasajeros descendían o subian al vehículo. Plácida rutina vista con nuestros ojos de día único.
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