haciaelasia

He aquí, el lugar para contar nuestra aventura de viaje por Asia...

Monday, February 12, 2007

Las Delhis.







Después de una frustrada búsqueda de habitaciones en reconocidos barrios, ( feas, caras, de murallas calléndose), fortuitamente encontramos un refugio tibetano en el extraradio, una partícula de calma, limpieza y orden en la torbellina ciudad de los mercados callejeros especializados: el de la bisuteria, el de la telas , el de las bodas o joyas, o especias; para todos los gustos, ánimos y necesidades.

Cansados de perdernos entre un lugar y otro, y de pelear con los conductores de rickshaw por 20 rupias menos o por 10 de más; nos subimos a un tour que en el récor de 4 horas (nos hubiera tomado el día), nos paseó por las Delhi, la gran ciudad partida en dos adjetivos que la maquillan: la vieja y la nueva.
Entramos a un templo dedicado a Lakshani, esposa de Visnu; construido, otra vez, por la millonaria y suponemos influyente familia Birla Mandir, que con tantos templos, seguro que tendrán alguna reencarnacion superior prometida. Admiramos el diseño arquitectonico, en forma de flor de loto, del templo Bahai, lugar de meditación. Y por último, el Qutb Minar, complejo de torres , columnas, puertas; muestras de la historia del hombre y sus religiones: destruir templos para construir sobre sus ruinas, otros templos.

La nueva Delhi nos mostro calles amplias, Connaught Place y su trazado circular. Presencia de cadenas de comida rápida internacional; K.F.C., Hut, y el Mc payaso que aquí está en su salsa, no puede vender carne, (comentario al margen: en ningun lado del mundo la venden. En todo el mundo pasan vaca por liebre; aquí se lo prohiben, India). Por la nueva Delhi pasean jóvenes de traje, quizas miembros de la "nueva casta" ligada a un área de trabajo específico; los ingenieros en computacion, el caballito de batalla de la prometida nueva India. Mujeres luciendo saris y jeans, hombres de traje y turbante. Lejos y a la vez tan cerca, la Delhi vieja de callejuelas que nos hablan, que nos tocan. Hombres de 40 años cargando en kilos la edad que aparentan sus vidas de figura agotada, que visten un pantalon falda; el doti. Niños de 12 o 13 que aparentan la edad en la que salimos del colegio. Sin embargo, la vieja y la nueva tienen lugares comunes: el estruendo humano. Ni la vieja ni la nueva son limpias, las dos huelen mal, a basura o establo, a escapes de motores mal carburados y que se te meten en la oreja como llantos roncos. En la vieja Delhi el fuerte rojo y los bazares, a medio camino de la puerta de india y la nueva Delhi. En ambas convivencia desenfadada con la miseria a ritmo vociferado.
La nueva y la vieja Delhi, como la muchacha liberal innovadora y trepadora, en el contemporaneo global. La anciana aferrada a sus tradiciones, que tiene algo de abuela de cuento y algo de vieja bruja.

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